Ya estamos de vuelta,
estrenando nuevo año... ¿qué tal han ido esas vacaciones escolares? ¿Cómo se
han portado los deseados Papá Noél o los Reyes Magos? Al que más y al que menos
le habrán traído algún juguete nuevo, y por eso creemos interesante escribir
una nueva entrada dedicada al juego. Esta vez, vamos a daros una visión general sobre cómo abordar el mundo del
juego simbólico, ese en el que se simulan acciones con diferentes objetos y
materiales. Veamos cómo podemos empezar a jugar de forma simbólica con nuestr@s chic@s.
A modo de esquema
podríamos resumir lo que vamos a necesitar en nuestro acercamiento al juego
simbólico:
Objetos sin una función definida (palo, tubo, cilindro...) |
Objetos reales |
Objetos en miniatura relacionados con las acciones que vamos a realizar |
Fotos de niños realizando acciones |
Encajables de objetos cotidianos |
Muñeca articulada que podamos sentar... |
Objetos variados |
Plastilina para moldear |
Antes de iniciarnos en
este juego, es interesante dejar un espacio para que el niñ@ juegue de forma
abierta con los diferentes objetos y miniaturas para observar el tipo de
manipulación que realiza con ellos.
En nuestras sesiones, el
primer nivel que nos planteamos con l@s chic@s en este sentido es el llamado de “descentración”,
cuyo fin es que simule acciones simples cotidianas aisladas (ejemplo: beber)
utilizando objetos reales, primero sobre sí mismo, después sobre la/el
terapeuta y seguidamente, cuando supera los dos pasos anteriores (Y LO HACE DE MANERA ESPONTÁNEA), sobre un
muñeco, hasta conseguir simular, como último objetivo, que el muñeco realiza la
acción.
Sobre sí mismo |
Sobre la terapeuta |
Sobre el muñeco |
Hacer al muñeco hacer la acción |
En un primer momento, ofrecemos un objeto real que forme parte de la vida cotidiana del niño (ejemplo: vaso, peine...) y esperamos a ver qué hace con ello. Si no hace un uso adecuado del objeto (llevarlo a la boca para beber, o a la cabeza para peinarse), lo haríamos nosotros como modelo y se lo ofrecemos de nuevo para que nos imite. Si no conseguimos la imitación, le moldearemos la acción a realizar.
Más adelante podríamos utilizar apoyos visuales de niños que están realizando la acción (ejemplo: un niño bebe) y le
facilitamos el objeto real relacionado con la acción correspondiente (vaso). Si
el niño no realiza la acción sobre sí mismo con el apoyo visual y la consigna
verbal, podemos apoyarnos de nuevo en el moldeamiento físico, esto es, coger la mano del
niñ@ con el objeto real y moldearla realizando la acción, y además, el adulto
puede ejecutar la acción que le está pidiendo para que le sirva de modelo al
niño y lo imite. Estas ayudas se irán retirando de forma progresiva, en la
medida en que el niñ@ vaya adquiriendo espontaneidad en la simulación de las
acciones.
Es importante que l@s chic@s comprendan los apoyos visuales que utilizamos para que realmente les sirvan de ayuda.
Cuando el niñ@ realice las
acciones básicas que nos planteemos sobre sí mismo de forma espontánea, sin
necesidad del modelo del adulto, al
presentarle el objeto, le pediremos que realice la acción sobre nosotros, por
ejemplo “peiname”, señalándonos la cabeza o
cogiendo su mano con el peine para moldearle sobre nuestra cabeza lo que tiene
que hacer en el caso de que no lo haga por sí mismo al principio.
Una vez que ya lo haga de
forma espontánea sobre el adulto, sin darle ningún tipo de indicación ni consigna verbal, pasaríamos a pedirle que lo haga sobre un
muñeco que le facilitaremos, dándole el modelo de lo que tiene que hacer si no
lo ejecuta por sí mismo y diciéndole después “ahora tú”, ofreciéndole el
objeto. Igualmente, cuando realice las acciones sobre el muñeco de forma
espontánea, le plantearemos que el muñeco haga la acción, ofreciéndole el
modelo.
En paralelo,
podemos trabajar otra dimensión de este juego, la "descontextualización" (el uso de materiales cada vez más simbólicos en tareas de simulación). Podemos empezar con piezas de encajables de objetos cotidianos
(peine, vaso, cuchara, jabón...) o miniaturas, con los mismos apoyos que hemos comentado
anteriormente para el uso de objetos reales.
Cuando el niño realiza las acciones aisladas
de forma espontánea con los encajables, avanzaremos hacia el uso
de objetos que no tienen una función definida (palos, cilindros, tubos, plastilina...)
otorgándoles diferentes funciones (“vamos a hacer como si esto fuera...”) y
realizando la acción para que la niñ@ nos imite. Inicialmente, es el adulto
quien hace las propuestas y la niñ@ lo imita, dejando poco a poco que sea
él/ella quien imagine acciones con objetos que realmente no tienen ninguna
función definida.
Peinando con un tenedor |
Para finalizar
estos primeros pasos en juego simbólico, haríamos uso de objetos que tienen una
función muy precisa sustituyendo a otros que tienen también una función definida,
por ejemplo “vamos a hacer como si este lápiz fuera una raqueta/un avión/un
coche...”.
Otra dimensión a trabajar es la "integración", que el niño llegue a realizar varias acciones insertadas en un hilo argumental.
Una vez
que el niñ@ es capaz de realizar varias acciones
aisladas o yuxtapuestas de forma espontánea y con diferentes materiales,
podemos plantear historias temporales sencillas, de dos o tres elementos para
empezar, para escenificar acciones integradas en una historia. Primero el
adulto ordena y cuenta la historia, después la escenifica, y por último será el
niño el que tenga que imitar la simulación de la historia. Estos apoyos se irán
retirando, hasta que el niñ@ sea capaz de realizar las acciones de forma
espontánea sin necesidad de tener el apoyo visual presente.
Trabajaremos
con diferentes historias para generalizar este aprendizaje y que no sea un
único juego aprendido sobre una historia en concreto.
Tras abordar
diferentes historietas durante un tiempo, podemos adentrarnos en otro aspecto
del juego, la "planificación" (anticipar y preparar los materiales que va a necesitar para realizar el juego).
Se le propone una historia de las ya
trabajadas sin proporcionarle todos los elementos necesarios para simularla,
con el objetivo de que tenga que pedirlos. En este sentido, nuestro propósito
final sería que nos solicitara todos los elementos necesarios para simular una
historia antes de ofrecerle ninguno.
Para terminar,
llegados a este punto, es importante dejar espacio para que la niñ@ pueda
generar una historia de forma creativa, apoyando inicialmente con preguntas y/o
apoyos visuales o proporcionándole los personajes al inicio de la historia para
facilitarle la tarea. Podemos ir dibujando la historia que se vaya inventando a
modo de apoyo visual y para poder seguir trabajándola otro día.
Esto han sido
unas pinceladas de ideas sobre cómo jugar simbólicamente con nuestr@s chic@s. Estamos segur@s de que vosotr@s tenéis muchas más!!! Esperamos
vuestras aportaciones y experiencias “como agua de Mayo”.
¡¡NO DEJÉIS DE
JUGAR!!
Muchas gracias! Me ha ido genial toda esta información! Justo estoy intentando trabajar el juego simbólico con un chico con autismo y a veces parece que algo entra, otras parece que no. Me parece que ir poco a poco, paso a paso en este proceso es importante y que lo has descrito genial! Muchísimas gracias! Lo voy a aplicar.
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